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LIBRO DUODÉCIMO.


I.

Turno, como á las haces de Laurento
Bajo impropicio Marte debeladas
Perder contemple el primitivo aliento,
Y que en torno solícitas miradas
De su palabra audaz al cumplimiento
Le empeñan, mudamente en él clavadas,
Implacable de suyo se enardece
Y con sus iras su arrogancia crece.

II.

Como leon que en la africana arena,
Si le han herido cazadores, arde
En rabia, que su roto pecho llena
Por grados; y ya, en fin, con fiero alarde
Armas mueve; sacude la melena
Sobre el fornido cuello, y el cobarde
Dardo rompiendo que llevó prendido,
Da con labio sangriento un gran rugido: