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ENEIDA.


LI.

Atenta á la ocasion que la convida,
Yuturna entónces da en el alto cielo
Gran señal que los ánimos decida
Y engañe de los Ítalos el celo.
Esforzaba en la atmósfera encendida
Tras ribereños pájaros el vuelo
La roja ave de Júpiter, y puso
En triste fuga al escuadron confuso.

LII.

A las olas de súbito se cala,
De un cisne hermoso aferra, y por el viento
Con ímpetu feroz remonta el ala.
Los Ítalos la observan; y ¡oh portento!
Clamor acorde el bando aéreo exhala,
Y en densa nube é inverso movimiento
Persigue á la cruel de quien huia;
Bajo sus plumas se oscurece el dia.

LIII.

Tanto la han acosado, y tal le pesa
Su nueva mole al águila, que al rio
Floja la garra al fin suelta la presa,
Y piérdese en el ámbito vacío.
En júbilo trocando la sorpresa
Los Ítalos, y en alto vocerío
Rompiendo, la simbólica apariencia
Saludan, y á las manos dan licencia.