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ENEIDA.


CXI.

Tú del triunfante Aquíles, tú del peso
De la argiva falange tan temida,
Luchando cual leal, saliste ileso;
¡Y aquí estaba la meta de tu vida!
Gran palacio tuviste allá en Lirneso,
Gran palacio gozaste bajo el Ida;
¡Y ya te reservaba tu destino
Un sepulcro en el campo laurentino!

CXII.

Latinos y dardanios campeones,
Mnesteo y el intrépido Seresto,
Y domador Mesapo de bridones,
Y Asilas, siempre en la refriega enhiesto,
Y las etruscas y árcades legiones,
Ya todos á encontrarse, en vuelo presto
Corren: batalla universal, suprema,
Se libra; cada cual su esfuerzo extrema,

CXIII.

No hay reposo, no hay vado: el choque dura
Igual de cada parte. En tal momento
A sugerir á Enéas se apresura
Su hermosísima madre un pensamiento:
Que á los muros acorra, le conjura,
Que lleve su escuadron sobre Laurento
De improviso, y con golpes repentinos
Ponga espanto mortal en los Latinos.