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VIRGILIO.


CXX.

Discordes entre sí los ciudadanos,
Unos las puertas franquear querrían
Y de paz recibir á los Troyanos,
Y al muro al mismo Rey llevar porfían;
Otros empero con armadas manos
Al sitiador bizarros desafían.
Así tal vez en cavernosa piedra
Silvestre enjambre se guarece y medra;

CXXI.

Y así el pastor por despojarlo, llena
De humo amargo el recinto, y las turbadas
Hijas de la recóndita colmena
Discurren por las céricas moradas:
Rumor confuso por la roca suena,
Bramando aguzan iras enconadas;
El sofocante olor penetra, y sube
Suelta en ondas al aire la hosca nube.

CXXII.

En tanto á los sitiados sobrevino
Calamidad que alto estupor derrama
Y el resto extingue del valor latino.
Vió la Reina que al muro se encarama,
Trayendo, el agresor, triunfal camino,
Vió el acero á las puertas, vió la llama;
Ni Rútulos allí, ni allí la hueste
De Turno, que el asalto contrareste: