Página:Eneida - Tomo II (1905).pdf/403

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
770]
345
ENEIDA.


CLIX.

Este árbol divinal, sin miramiento,
Por despejar el campo al desafío,
Cortaron los Troyanos de su asiento.
En la raíz fibrosa que el vacío
Sitio guardaba, atravesando el viento
Cae y se enclava con pujante brío
El asta del Dardanio. Echó él su lanza,
Ya que á hacer presa por sus piés no alcanza.

CLX.

Y el tiro á segundar corre, y porfía
La punta en desasir que honda se aferra.
Entónces Turno esta plegaria envía
Ante el peligro que su mente aterra:
«¡Duélete, oh Fauno, de la suerte mia,
Ytú esa arma retén, óptima Tierra,
Si fiel siempre os rendí el antiguo culto
Que el Troyano abatió con fiero insulto!»

CLXI.

Fácil el Númen al favor se inclina.
Pugnó Enéas gran pieza, y fuerza ó traza
Util no halló; que la raíz divina
El hierro aprieta cual mordaz tenaza.
Miéntras él en vencerla insta y se obstina,
Otra vez de Metisco se disfraza
La daunia Diosa, y al hermano llega,
Yel acero vulcánico le entrega.