»Hora en honor de Júpiter clemente
Bebed; á Anquises invocad; más vino!»
Hablaba Enéas, y la noble frente
Ceñida ostenta en ramo peregrino.
Primero á la alma Tierra, y del presente
Lugar invoca al Protector divino;
Las Ninfas á que el bosque da guaridas;
Rios sin nombre y fuentes escondidas.
Á la Noche despues y sus fanales,
Á Cibéles y á Júpiter de Ida;
Y á sus padres, que moran inmortales
Cielo y Erebo, en órden apellida.
Jove tres veces, en momentos tales,
Desde lo alto del cielo truena, y cuida
Mostrar en medio del fragor sonoro
Nubes de fuego y ráfagas de oro.
Al Dios el pueblo atónito veia
Blandir él propio el nimbo rutilante.
Rumor que de fundar llegó ya el dia
La anhelada ciudad, en un instante
Circula y crece. Todos á porfía,
Orgullosos dí agüero tan brillante,
Renuevan las gozosas libaciones
Y con flores de Baco ornan los dones.