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VIRGILIO.


LXIII.

»No ya el imperio del país latino,
Ni de Lavinia la ofrecida mano
(Si así inflexible lo ordenó el destino),
Quitar pretendo al príncipe troyano.
Mas yo estorbos sin cuento en su camino,
Yo pondré entre ambas razas odio insano;
A ambos reyes tan caro así les cueste
Ser yerno éste de aquél, suegro aquél de éste!

LXIV.

»La sangre de dos pueblos es tu dote,
Y madrina á tu union Belona asiste,
Virgen!... Hacha nupcial que incendios brote»
Hécuba, no tú sola concebiste;
Que tambien de dos pueblos para azote,
De Páris ominoso copia triste,
Nació el hijo de Vénus. Boda nueva
Ya á Troya renaciente estragos lleva.»

LXV.

Dijo, y el carro la soberbia Diosa
Con rápido descenso inclina á tierra;
Y de aquella region que tenebrosa
Las hermanas frenéticas encierra,
Evoca á la ímpia Alecto, que rebosa
En fraudes, iras y rencor de guerra;j
Que todo crimen é intencion dañada
Tiene en ella su nido y su morada.