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ENEIDA.
CXLIV.

»Hijo, y padre, y penates encomiendo,
Puestos y ocultos en profundo valle,
A mis amigos: despechado emprendo
La ciudad recorrer hasta que halle
La infelice consorte; y no temiendo
Volver á abrirme entre enemigos calle,
Me ciño de la fúlgida armadura,
Y entrégome al dolor y á la ventura.

CXLV.

»Llego primero al murallon oscuro,
Puerta y umbral por do pasado habia;
Esfuérzome á mirar, y mal seguro
Sigo por rastros una y otra via.
Horror, silencio en el desierto muro
Sólo hallar pude. Á la morada mia
Acudo, por si allá mi compañera
Tal vez, tal vez la planta dirigiera.

CXLVI.

»Mas de los enemigos mi morada
Presa era ya: la llama devorante
Por el Ábrego rápido aventada,
Crece, sube, revuélvese ondeante.
Enderezo al alcázar, y en la entrada
Del sagrario de Juno (en lo restante
Abandonada ya la ciudadela),
Hacen Fénix y Ulíses centinela: