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LIBRO TERCERO.


I.

«Despues que el Cielo la inculpada gente
De Príamo y troyana monarquía
Derribó en tierra, y la ciudad potente
En círculos de humo perecia;
Tambien por alta inspiracion presente,
Mas sin saber por dónde el hado guia
O dó hemos de parar, labramos pinos
Que á otras playas nos lleven peregrinos.

II.

ȃramos cabe Antandro congregados
Al pié de Ida, y no bien pintó el estío,
Manda mi padre en brazos de los hados
Soltar velas del viento al albedrío.
Con llanto el puerto dejo, y los amados
Campos do Troya fué; y á la onda fio
Mi pueblo, y prole, y Dioses tutelares,
Y empiézome á engolfar en altos mares.