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ENEIDA.
XII.

»Túmulo, pues, alzámosle de arena,
Y á los manes dos aras que guarnecen
Cipres y tristes fajas; la melena
Sueltan matronas que en redor parecen.
Altos vasos que ó leche tibia llena,
Ó sangre consagrada, allí se ofrecen:
La tumba al alma errante da acogida,
Y clamamos la eterna despedida.

XIII.

»Así las sacras ceremonias, graves
Cumplido habiendo, á la señal primera
Que el Austro da con hálitos suaves
De que onda masa nuestra flota espera,
Corremos á la mar: sacan las naves
Mis compañeros, cubren la ribera;
Cruzamos ya los líquidos desiertos,
Y atras irse miramos playas, puertos.

XIV.

»Allá en mitad de los Egeos mares
Hay una isla entre todas la más grata,
Que, Númenes por siempre tutelares,
A Dóris bella y á Neptuno acata:
Ella un tiempo rondaba los lugares
Convecinos; ya errante el mar no trata:
Apolo entre las Cíclades fijóla,
Y allí inmóvil contrasta viento y ola.