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VIRGILIO.
LXIII.

»Él de entonces á sus campos y poblados
»Apropió de Caonia el apellido,
»En honor de Caon; y en los collados
»Que ves, segundo Pérgamo se ha erguido
»Y ese nuevo Ilïon. Mas dí, ¿qué hados
»Favorables de guia te han servido?
»¿Qué aura feliz, cuál misteriosa fuerza
»Causa es que acá tu nave el rumbo tuerza?

LXIV.

»¿Qué se hizo Ascanio? ¿vive aún? Y aquella
»Que en la noche fatal ...? ¡Destino impío!
»Pobre niño, ¿recuerdos guarda de ella?
»¿Le anima á la virtud, al patrio brío,
»Ver cuál dejan de sí brillante huella
»Enéas, su buen padre, Héctor su tio?»
Así hablaba llorando, y vanamente
Corria de sus lágrimas la fuente.

LXV.

»Heleno, que hácia allí bajando vino
Con gran cortejo, nos conoce en tanto,
Y á la ciudad nos guia, y de camino
Nos habla con palabras y con llanto.
Yo, andando, reconozco ó adivino
Nueva Troya, otro Pérgamo, otro Janto,
Bien que aquél breve y pobre aquéste sea,
Y abrazo en mi ilusion la puerta Escea.