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VIRGILIO.
LXXXI.

»Tú, si fias de Heleno, ¡hijo de Diosa!
»Si de Apolo el oráculo obedeces
»Que Heleno anuncia, áun óyeme: una cosa
»Te intimo y te encarezco una y mil veces:
»Que hábil de Juno triunfes poderosa
»Con votos y con dones y con preces:
»Triunfante has de ir, porque seguro vayas
»Las sículas dejando, á ítalas playas.

LXXXII.

»Verás, llegando á Cúmas, los sagrados
»Lagos, y Averno que entre bosques suena;
»Y cantando una maga ocultos hados
»En hueca roca, de entusiasmo llena:
»Nombres ésta y carácteres grabados
»En hojas tiene; lo que grava ordena;
»Y el antro aquel las misteriosas notas
»Guarda, cada una en su lugar, inmotas.

LXXXIII.

»El órden luce en la mansion tranquila;
»Mas si gira la puerta, y cala el viento
»Y entre las hojas frágiles oscila,
»Que caducas esparce con su aliento,
»Ni sus versos recuerda la Sibila,
»Ni á adornar torna el cóncavo aposento
»Con las reliquias; y si ansioso vino,
»Maldiciente se aleja el peregrino.