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ENEIDA.
CVIII.

»Del rayo á médias calcinado, es fama
Que Encélado padece en la honda sima:
Deja á veces por grietas ver la llama
Etna descomunal sentado encima;
Y cuando, preso en la insufrible cama,
A ladearse el réprobo se anima,
Trinacria toda retemblar parece,
Y envuelto en humo el Cielo se oscurece.

CIX.

»Sobrecogidos de pavor pasámos
La noche bajo amago tan tremendo,
En hueca selva de tejidos ramos,
Ignorantes la causa del estruendo;
Que ni brillar un astro divisamos,
Ni el éter nos bañó, su luz cerniendo,
Mas la noche con sombras importuna
En triste nimbo arrebozó la luna.

CX.

»Ya se alzaba á anunciar un nuevo dia
El matinal lucero en orïente,
Y ahuyentando tras él la niebla fria
Risueña el alba coloró el ambiente;
Cuando un bulto que humano parecia,
Cadavérico aspecto, aire doliente,
Saliendo de los bosques más cercanos,
Tiende á la playa las inermes manos.