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ENEIDA.
XV.

Tal la Reina abrasada incierta gira:
Así tambien en la selvosa Creta
Algun vago pastor de léjos tira
A cierva incauta rápida saeta;
El, que clavó el arpon tal vez no mira;
Ella en bosques y valles huye inquieta,
Y en vano huyendo de librarse trata,
Que va con ella el dardo que la mata.

XVI.

Y ya á Enéas á ver los muros guia
Y primores le enseña por do viene;
Empezados proyectos le confía,
Va á hablar tal vez, y al pronto se detiene;
O ya en festines, en cayendo el dia,
Con preguntas, cual ántes, le entretiene;
Que lances torne á referir le agrada,
Y torna á oirle, de su voz colgada.

XVII.

Tambien á veces la infeliz, hallando
El semblante del héroe en su semblante,
Estrecha á Ascanio contra el seno blando,
Por si engañado Amor duerme un instante.
Y cuando todos se retiran, cuando
Su móvil faz, á trechos radïante,
Con velo funeral cubre la luna
Y se hunden las estrellas una á una;