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ENEIDA.
XXI.

»Mal pudiera ignorar que sospechosas
Tú de Cartago las mansiones hallas;
Yo sé que en tus recelos no reposas
Cuando ves de Cartago las murallas.
Mas ¿no habrá fin á tan acerbas cosas?
¿Siempre hemos de reñir duras batallas?
Justo es ya que finquemos, si te place,
Eterna paz en venturoso enlace.

XXII.

»Cuanto pudo halagar tu fantasía,
Todo lo tienes á sabor cumplido:
Dido muere de amor: la llama impía
Cala y consume el corazon de Dido.
Que esta nacion rijamos tuya y mia
Con igual potestad, es lo que pido:
Dido al Troyano obedecer se vea;
Dote fiada á ti Cartago sea.»

XXIII.

Vénus, cual si no hubiese en sus razones
La mira penetrado traicionera
De llevar á las líbicas regiones
El reinado feliz que á Italia espera,
«Acojo,» respondió «lo que propones;
Que en vez de ello altercar, demencia fuera:
Falta sólo que el vínculo que dices
Efectos logre, cual prevés, felices.