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ENEIDA.
CXI.

»¿Y no será que por el ponto vueles
Ganando estos momentos? ¡Guay si esperas
Á la luz de la aurora! ¡Hachas crueles
Arder verás, y levantarse hogueras,
Y en la mar encontrarse los bajeles,
Y ocupar el incendio las riberas!
¡Acude, iza la vela, corta el cable!
Sér vario es la mujer siempre y mudable.»

CXII.

Dijo; y si ántes radioso, se incorpora
En las lóbregas sombras. El durmiente
Con la total oscuridad se azora,
Abre los ojos y álzase impaciente.
«¡Sús,» clama, «compañeros! ¡Á la hora
Acorred á los bancos! ¡No consiente
Tardanzas la ocasion: las velas pronto
Dad á los vientos, y la flota al ponto!

CXIII.

»¡Otra vez de los reinos celestiales
Esto nos manda santo mensajero:
Quienquier seas ¡oh Númen! con triunfales
Aplausos otra vez el fausto agüero
Seguimos de tu voz. ¡Así señales
El deseado rumbo al marinero!
¡Así hagas por el Cielo que nos rian
Las lumbres bellas que al errante guian!»