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ENEIDA.
CXXXV.

Los mustios ojos con fatiga vana
Trata de alzar la moribunda Dido:
Fáltanle ya las fuerzas; sangre mana
Del pecho abierto con cruel sonido.
El codo apoya, y por alzar se afana
Tres veces, y tres veces sin sentido
Cae sobre el lecho. Con errante vista
Busca la luz, y al verla se contrista.

CXXXVI.

La excelsa Juno de mirar se duele
El largo padecer, la ardua agonía,
Y porque á desatar vínculos vuele
Que áun detienen el alma, á Íris envía.
¡Ah! loco amor á perecer te impele,
No el hado; éste, infeliz, no era tu dia!
Proserpina tu rubia cabellera
Aun no ha cortado, ni Pluton te espera.

CXXXVII.

Vuela Íris vaporosa, y en su vuelo
Brillan las plumas con el sol enfrente;
Y posándose encima: «Manda el Cielo
Que esta ofrenda á Pluton quite á tu frente;
¡Alma, sál fuera!» dice; el rizo pelo
Corta aquí con la diestra, y juntamente
El calor cesa que en el seno mora
Y la vida en los aires se evapora.