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ENEIDA.
LVII.

«Al campo, adolescentes, os convido,»
El Rey dijo á la gente congregada;
«Y á promesa gustosa dad oido:
Nadie sin dón saldrá de la estacada.
Hé aquí dos dardos de metal buido,
Cretenses, y de argento nïelada
Una hacha de dos filos: ved en esto
El comun premio á cada cual propuesto.

LVIII.

»Al más aventajado combatiente
Daráse encima, amén de la corona,
Un noble potro con jaez luciente:
Al segundo, una aljaba de amazona,
Provista, y de áureo tahalí pendiente
Que gruesa perla cual boton tachona:
Al tercero, este hermoso yelmo argivo;
Y los tres ceñirán ramas de olivo.»

LIX.

Dijo, y puestos eligen; y al instante
Que señal de partir dió la trompeta,
Cual ráfagas de viento resonante
De la raya mirando huyen la meta.
Niso, fuerte y veloz, sale adelante
Como alado relámpago ó saeta;
Corre Salio despues, distante empero;
Euríalo, lo mismo, va tercero.