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VIRGILIO.
LX.

Sigue á Euríalo Helimo en su carrera;
Á Helimo pié con pié sigue Dïores;
Ya, ya al hombro le hostiga, y si se abriera
Más campo á sus intrépidos furores,
Del que último volaba el lauro fuera
Ó en balanza quedaran los honores.
Ya el término llegando iban en suma,
Y el esfuerzo los músculos abruma.

LXI.

Hé aquí casi triunfante (¡infausto caso!)
En verde grama que la suerte quiso
Hubiese matizado humor escaso
De inmolados becerros, pisó Niso:
Tratara en vano de afianzar el paso
Titubeante en suelo húmedo y liso;
Llega veloz, veloz resbala, y todo
Tinto en sangre quedó, y envuelto en lodo.

LXII.

No allí Niso olvidó su amistad bella;
Mas álzase en el pérfido terreno;
Salio síguele incauto, se atropella,
Y yéndose de piés rueda en el cieno.
Euríalo veloz como centella
Adelante de todos, de ardor lleno,
Entre aplausos sin número se lanza,
Y, merced de amistad, el lauro alcanza.