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VIRGILIO.
LXVI.

Habla, y del golpe el afeante signo
Muestra, hablando, en el cuerpo y triste cara.
Oyóle el Rey y sonrió benigno,
Y un rico escudo le ordenó llevara:
Fue éste del mozo egregio premio digno:
Lo hizo Didameon con arte rara,
Y al templo de Neptuno do pendia,
Argivo brazo lo arrancara un dia.

LXVII.

Cesó la competencia de esta suerte;
Y Enéas señalando férreo guante:
«Ahora,» dijo, «el que se sienta fuerte,
Ceñido el puño indómito levante.
Lucio novillo al que á vencer acierte,
Con cintas y oro el asta rutilante,
Daré por galardon: gentil celada,
Por consuelo, al vencido, y una espada.»

LXVIII.

Con murmullo del vulgo circunstante,
Lleno Dáres alzóse de ufanía:
Él solo, en Troya, á Páris arrogante
A contrastar lidiando se atrevia;
Y él solo á Bútes, triunfador gigante,
Que, de orígen bebricio, pretendia
Llevar sangre de Amico, invicto en guerra,
Cabe el túmulo de Héctor echó á tierra.