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ENEIDA.
XCIX.

Dice; y ciñe á su sien envejecida
Verde rama, y triunfante le pregona.
A Euritïon, que disputar no cuida,
Cual pudo, muerta el ave, la corona,
Premió inferior á Acéstes. En seguida
Al que nudos deshizo galardona;
Y á aquel con recompensa honra postrera
Que la flecha en el palo hincó primera.

C.

Enéas, no el cértamen concluido,
Llamado habia al de Epito á su lado,
Tutor del tierno Yulo, y á su oido,
Fiel á secretos, confió un recado:
«Vé, corre; á Ascanio dí que si instruido
Tiene y á la carrera adeliñado
Su escuadron de muchachos, más no tarde,
Y honre al abuelo con vistoso alarde.»

CI.

Él mismo á la esparcida concurrencia
Manda dejar los campos escombrados:
Llegan ya, y con gallarda continencia,
En caballos del freno bien guïados,
Avanzan de sus padres en presencia
Niños de hoja menuda coronados;
Y al verlos desfilar, rumor que halaga
A un tiempo en ambos pueblos sordo vaga.