Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/304

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
270
VIRGILIO.
LXIII.

Tantos van los espíritus y tales
Como las hojas que en la selva, al hielo
De los últimos dias otoñales
Ruedan precipitadas por el suelo;
O cual, climas buscando más geniales,
A traves de la mar en largo vuelo,
Del tiránico invierno desterradas,
Huir vemos las aves en bandadas.

LXIV.

Y hé aquí la turba que llegó primera
Pasar quiere, ántes que otros, lago allende;
Con vivo amor de la ulterior ribera
Esfuerza ruegos y las palmas tiende.
Caron, de tanta multitud que espera,
Ya á éste toma, ya á aquél; á nadie atiende;
Mas á muchos tambien, ¡desventurados!
Léjos rechaza de los tristes vados.

LXV.

Viendo el tropel, «¡Oh vírgen veneranda!»
Dice asombrado Enéas; «¿á qué llegan
A este rio las almas? ¿Qué demanda
Esa gran multitud? ¿Por qué navegan
Ledos los unos hácia la otra banda,
Y éstos, exclusos, en dolor se anegan?
¿Qué los distingue? di.» Y así de prisa
Respondió la senil sacerdotisa: