Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/305

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
271
ENEIDA.
LXVI.

«Hijo de Anquíses, semidios troyano!
El lago Estigio y lóbrego Cocito
Mirando estás, por quien jurar en vano
Temen los Dioses como gran delito.
A éstos no honró, al morir, piadosa mano,
Turba doliente en número infinito:
Ese es Caron; trasporta á opuestos lados
Los que fueron en muerte sepultados.

LXVII.

»Ni el linde ingrato y aguas murmurantes
Logran salvar las ánimas que vagan
Desprovistas de honores, sin que ántes
Enterrados en paz sus huesos yagan;
O cien años arreo andando errantes
Sobre esta zona, su esperanza halagan;
Y al cabo de ellos admitidas, vuelan
A ver, en fin, los sitios por que anhelan.»

LXVIII.

Paróse con doliente fantasia
Enéas, y en la gente desechada
Ve á Leucáspis, ve á Oronte, antiguo guia
Del bajel licio en la troyana armada:
Con él salieron de Ilïon un dia,
Y bogando á par de él, á su mirada
Los hundió en crespas ondas Austro impío
Que al nauta sacudió, volcó el navío.