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VIRGILIO.
XCIX.

Tantas sombras al ver en larga hilera
Enéas, conociéndolas, suspira;
Mas á izquierda y derecha se aglomera
La multitud, que con pasion le mira;
Ni á su curiosidad satisficiera
Mirarle sólo, á detenerle aspira,
Y mil ánimas llegan voladoras
Con sus preguntas á tejer demoras.

C.

Entanto viendo al héroe, y la armadura
Del héroe, que cruzando centellea
El vacuo espacio de su estancia oscura,
Tiemblan los cabos de la gente aquea:
Tratan unos de huir, cual con pavura
Ya al mar lo hicieron en campal pelea;
Gritan otros, y á médias sólo acierta
Clamor tenue á exhalar la boca abierta.

CI.

Sigue; y hé aquí, las manos mutiladas,
Llagado el cuerpo y con la faz hendida,
Ambas sienes de orejas despojadas,
Y rota la nariz con torpe herida,
Deífobo se ofrece á sus miradas;
Y al ver que triste, avergonzado cuida
De ocultar de su afrenta las señales,
Hablóle en tono amigo y voces tales: