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ENEIDA.
CVIII.

»Mas ¿á qué me detengo en mis pesares?
Tú aquí, es posible? y con vital aliento?
¿Juguete de los vientos de los mares
Vienes, ó por divino mandamiento?
¿Qué toques de fortuna singulares
Te traen, el profundo apartamiento
A visitar de la region sombría
Que nunca vió la claridad del dia?»

CIX.

En medio de estas pláticas, ligera
En su rósea cuadriga y gentil vuelo
La Aurora la mitad de su carrera
Traspuesto habia por el alto cielo;
Y acaso el héroe consumido hubiera
En estéril hablar y acerbo duelo
El plazo volador, si no le echara
La vírgen con afan su olvido en cara:

CX.

«Nosotros ¡ay! miéntras la noche avanza,
Gastamos mudo el tiempo en lloro vano!
La senda aquí se parte, y en balanza
Está la suerte; de Pluton tirano
Lleva la diestra á la valiente estanza,
Y al encantado Elíseo: á izquierda mano
Caen los muros do la gente impía
En eterno sus crímenes expía.»