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ENEIDA.
CXX.

»Fingir quiso el demente (¡mal pecado!)
Al sentar de sus potros con rüido
Los cascos, con el bronce golpeado,
Inimitable luz, sacro estampido:
Envuelto Jove en lóbrego nublado
Venablo duro le lanzó ofendido,
No humosa tea ni exhalada llama,
Y á la sima arrojóle donde brama.

CXXI.

»Yugadas nueve allí cubriendo yace,
Alumno de la Tierra creadora,
Ticio: el hígado eterno le renace,
Pasto al buitre cruel que le devora,
No le consume, y sus entrañas pace
Y fiero en lo hondo de su pecho mora:
Ni el corvo pico en el roer se amansa,
Ni de brotar la víscera se cansa.

CXXII.

»¿Qué, si á Ixïon y Piritoo á cuento
Trajese? ¿ó los que roca ven colgante
Pronta siempre á caer? Áureo aposento,
Regalado festin miran delante;
Mas la Furia mayor vela de asiento
Al lado, y como alguno se levante
Las mesas á tocar, corre, y vocea,
Y airada amaga con su horrible tea.