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ENEIDA.
CLXXIV.

Con lágrimas Anquíses respondia:
«¿Quieres anticipar de los Romanos
El eterno dolor? Fortuna un dia
Ese jóven mostrando á los humanos
Tornarále á ocultar en sombra impía.
Tal vez, tal vez, oh Dioses soberanos,
Si este dón inmortal nos franqueara,
El trance vuestra diestra recelara!

CLXXV.

»Del Campo Marcio á la romana plaza
¡Cuántos gemidos herirán los cielos!
Y si ya tu onda su sepulcro abraza,
¿Qué, oh Tibre, no verás de acerbos duelos?
Ningun mancebo de troyana raza
Tanto alzará, como él, de los abuelos
Latinos la esperanza; hijo más bueno
Nunca otro criarás, Roma, á tu seno.

CLXXVI.

»¡Oh tipo de fe antigua y piedad rara!
¡Oh, qué brazo invencible en lid guerrera!
Ninguno, si viviese, le retara
Impune, ó ya á pié firme combatiera
Ó caballo brioso espoleara.
Mas ¿qué suerte llorosa no le espera?
¡Ah! lograses trocar males por bienes!
Tú un Marcelo serás, sombra que vienes: