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VIRGILIO.
CLXXVII.

»Azucenas me dad con mano larga;
Que, á ilustre nieto fáciles honores,
Cortos alivios de esparanza amarga,
Quiero esparcir sobre su frente flores.»
Dice, y la voz en lágrimas se embarga.
Tal los campos hollando encantadores
En que benigna luz mágica oscila,
Míranlo todo el héroe y la Sibila.

CLXXVIII.

Y luégo que hubo el padre al hijo atento
Aventuras y sitios explicado,
Avivando en su pecho el patrio aliento
Y ambicion santa de futuro estado,
Nuevas guerras le anuncia, de Laurento
Pueblos y muros do le cita el hado:
Y maneras le enseña como eluda
Ya caso extraño, ya fatiga ruda.

CLXXIX.

Allá en confines de misterio eterno
El Sueño volador tiene dos puertas,
Una de albo marfil, otra de cuerno,
A ensueños varios á la vez abiertas.
Transitan la primera, del Averno
Fábricas de ilusion, sombras inciertas;
Las visiones é imágenes reales
Cruzan de la segunda los umbrales.