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VIRGILIO.
LXXV.

»Ellos dan que los hálitos vitales
Respires para bien: feliz sendero
De la reina te lleva á los umbrales:
Vendrán á puerto nave y marinero,
Vueltos en su favor los vendavales;
Y si no falta el arte del agüero
En que hubieron mis padres de instruirme,
No dudes tú lo que mi labio afirme.

LXXVI.

»Vé esos cisnes, en número de doce,
Del éter, donde Júpiter la asila,
A darles caza el águila veloce
Se lanzó por la atmósfera tranquila:
De alegre libertad vueltos al goce,
Míralos descender en larga fila;
Ya del campo se adueñan los primeros,
Ya á flor de tierra asoman los postreros.

LXXVII.

»Cual el cielo cubrieron en bandada,
Y baten ora las festivas aves
La ala ruidosa, y cantan su llegada;
Tal la flor de los tuyos, tal tus naves
O entran al puerto, ó llegan ya á la entrada
Con vela abierta y céfiros süaves.
Tú sigue en tanto; y por do aquesta via
Conduciéndote va, los pasos guia.»