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ENEIDA.
CXXXVIII.

Admiran de los dones la hermosura,
Admiran al garzon, su faz que brilla,
Y de su falsa labia la dulzura;
Ven la áurea veste, el oro que amarilla
La flor de acanto con primor figura:
Mas Dido en especial se maravilla,
Y de gozar no acaba;—ella, ¡ay! no sueña
Que á un abismo, gozando, se despeña!

CXXXIX.

Y en el niño y los dones se recrea,
Los mira, y cuanto mira, eso se inflama.
¿Qué hace el rapaz? Al cuello se rodea
Del héroe, que en su error hijo le llama;
Mas luégo que feliz le lisonjea,
Déjale en paz, y con su activa llama
Va á Dido, que en su error, niño inocente
Jovial le invita con risueña frente.

CXL.

¡Ay! ya al seno le estrecha dulce y blanda,
¡Y es un gran Dios lo que en su seno anida!
De la Reina en el seno, lo que manda
La gran Diosa, su madre, Amor no olvida:
De Siqueo la imágen veneranda
Sin sentir borra, y sin sentir convida
Con nuevo halago á nueva lid á un alma
Que retirada há tiempo vive en calma.