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ENEIDA.
CXLIV.

Dice; y sobre la mesa el néctar liba
Que generoso desbordaba, y luégo
La taza al labio toca fugitiva:
La alarga á Bícias con señal de ruego;
Toma, empínala él con ánsia viva,
Y el espumoso vino agota ciego:
Alzan todos los próceres sus copas,
Y el canto empieza del crinado Yópas.

CXLV.

El cual describe con laud divino
Lo que Atlas le enseñó por gran fortuna:
Cómo el sol desfallece en su camino;
Por qué altera su faz la móvil luna;
Deónde la bestia de los campos vino;
Cuál fué del hombre la primera cuna;
Qué fuente al mundo suministra el agua;
Dó está de los relámpagos la fragua.

CXLVI.

Canta eso mismo á Arturo, las dos Osas,
Y las Híadas tristes; el arcano
Que las noches alarga perezosas;
Por qué los soles del invierno cano
Con ruedas se despeñan presurosas
A bañarse en el líquido Oceano.
Cesa; y acogen su cantar sonoro
Tirios y Teucros aplaudiendo en coro.