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VIRGILIO.
XXVII.

»Ya de aquel pecho de piedad desnudo
»Sondando muchos el ardid secreto,
»Me auguraban mal fin. Diez dias mudo
»Difirió Cálcas el fatal decreto.
»Cediendo al cabo al clamoreo agudo,
»Y á la mente ajustando del inquieto
»Instigador el fallo, lo pronuncia:
»Yo la víctima soy; mi nombre anuncia.

XXVIII.

»Place á todos; y el golpe que temia
»Cada uno enántes en su mal, en cuanto
»Sobre un triste desciende, en alegría
»Pública trueca el general quebranto.
»Ya se acercaba el tenebroso dia
»De la degollacion: con gozo, en tanto,
»La salsamola alistan, y disponen
»Fúnebres vendas que mi sien coronen.

XXIX.

»Libertéme, es verdad, de la atadura;
»Y de un pantano entre la juncia y cieno
»Logré ocultarme con la noche oscura,
»Aguardando partiesen, si sereno
»Lo comportaba el mar por mi ventura.
»Mas la esperanza huyó de ver el seno
»Antiguo de la patria, y á mi lado
»El hijo dulce, el padre deseado.