Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/96

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
62
VIRGILIO.
XXXIII.

»¡Astros eternos! ¡Dioses que castigos
»Al dolo reservais! ¡Cuchilla! ¡velo!
»¡Aras del sacrificio! sed testigos
»Del derecho cabal con que cancelo
»Antiguos pactos: odio á los que amigos
»Pude llamar; ¡sus crímenes revelo!
»Mas ¡oh! ¡si en mí tu salvacion se apoya,
»Guárdate fiel á tus promesas, Troya!

XXXIV.

»Los Griegos de Minerva en el robusto
»Auxilio descansaron confiados
»Hasta que el hijo de Tideo injusto
»Y fraguador Ulíses de atentados,
»Su estatua milagrosa al templo augusto
»Se aunaron á robar; y, degollados
»Los guardias del castillo, con sangrienta
»Mano asieron de la alba vestimenta.

XXXV.

»Cayó miedo en los ánimos: su ayuda
»Cambió la Diosa en no dudoso amago;
»Que, al campo apénas se llevó, ceñuda
»Los ojos clava con fulgor aciago;
»¡Raro prodigio! humor amargo suda,
»Y del suelo tres veces se alza en vago,
»El escudo flamígero delante,
»Y el asta blandeando retemblante.