alentado y favorecido por Richelieu, dio garantías de éxito al que ya en Portugal amagara y atrajo sobre el territorio español todas las calamidades de la guerra.
A faltas del Conde Duque es forzoso atribuir ambas insurrecciones, aunque también la justicia obligue á reconocer que si la política de Carlos I hubiese sido más nacional, la de Felipe II menos intransigente é indecisa y la de Felipe III más prudente, moral y económica, acaso no se hubiese visto precisado Olivares á apurar, cual lo hizo, la paciencia de catalanes y lusitanos.
Era por lo demás, indefectible la falta de tacto de que dio muestras D. Gaspar de Guzmán en el Gobierno interior de la Monarquía, si se mira á la vanagloria é inexperiencia de que se hallaba poseído á causa de la descuidada educación de sus primeros años.
Achaque propio á la juventud criada en las antecámaras de Palacio tenía que ser el menosprecio de la opinión popular y la fe