constituir el ideal de toda una vida. Desesperado al fin el Monarca, tuvo que acudir al viejo Almirante von Otter, compañero suyo en la juventud cuando Oscar II servía en la Marina Real, sin sospechar siquiera que la muerte sin sucesión masculina de su hermano primogénito Carlos XV había de llamarle un día á ceñir la corona. Resistióse también von Otter hasta que, escuchando las voces de la amistad, se resignó á formar un Gobierno á cuyo frente no tuvo fuerza para permanecer un semestre. La dimisión de von Otter obligó al Rey á llamar de nuevo á Böstrom y á suplicarle rendidamente que volviese á formar Ministerio.
En Suecia la política no es una carrera, es un tributo que se paga al Estado. Allí no existe el turno más ó menos pacífico de los partidos en el disfrute del Presupuesto. Allí se da muy á menudo el jaso de la salida del Presidente del Consejo y la permanencia de todos los demás Ministros. Allí el Presidente