tarde los de las demás comunidades religiosas, fueron malbaratados en públicas subastas con perjuicio gravísimo de la riqueza nacional; porque los advenedizos que los compraron por un puñado de reales de vellón, vieron satisfechas sus aspiraciones con la complicidad en el crimen y juzgaron ya cumplida su misión en la sociedad al comerse las rentas de las fincas robadas, en cuya administración demostraron una desidia sólo comparable á su ignorancia y á la presteza con que acudieron á apoderarse del ajeno patrimonio.
No he de acabar este discurso sin manifestar la extrañeza que me causa la insistencia con que se lamentan los adversarios del Clero de los privilegios que disfruta esta clase de la sociedad. Permitidme que pregunte: ¿cuáles son esos privilegios? Si por privilegios entendéis el fuero eclesiástico á que se hallan los clérigos sometidos en caso de que delincan, sólo haré observar que tienen también los militares su fuero propio, lo que por lo