considero tan árido como los sometidos á su deletéreo influjo lo estiman de buen tono.
Nadie podrá señalar en el espíritu de los pontífices de la desaforada secta literaria que me propongo impugnar en este artículo, los lunares que á veces maculan las inteligencias más activas de los propagandistas de escuela. Por lo general estos poetas de nuevo estilo se jactan de no creer en la eficacia de doctrina alguna y profesan un individualismo egolátrico, en defensa de cuyas prerrogativas parecen concentrar toda la escasísima fe de que sus almas son capaces.
Pero ni aun en los momentos en que emprenden la tarea de mantener incólume su independencia absoluta, acuden al empleo de argumentos especulativos, oratorios ó dialécticos. La elevación del pensamiento suele ser por ellos calificada de énfasis y la fertilidad en la demostración de sólidos principios, de elocuencia pedante ó enojosa. Aspiran en suma, á que el público preste á sus gratuitas