impresión personal ante la duda planteada por Núñez de Arce no ha sido muy honda, tal vez porque piense yo que una duda profunda y sinceramente sentida no puede ser desarrollada con un método frío ni encasillada en una versificación irreprochable. Una duda que arraigue en el fondo del espíritu se me antoja algo así como un terrible tormento que no es posible razonar; porque cuando se razona es que ha pasado ya del período álgido, del momento sincero, es que ya no es un agente sino un documento, un motivo para producir un recurso de dialéctico, de orador ó de poeta.
Un insigne escritor recientemente fallecido, á quien el sufragio unánime de todos los amantes de las letras patrias, otorgó el dictado glorioso y merecido de patriarca de nuestra literatura, corrobora en cierto modo mi opinión modestísima, en carta particular que hubo de escribirme en 6 de Octubre de 1903 á la corte de los Países Bajos, en donde