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ESTELA

Se había hecho práctico en el arte de seducir; y era ya crecida la cifra de sus triunfos en la vida galante. ¿ Qué extraño entonces que, como la serpiente tentadora, se hubiera insinuado tiernamente en el corazón virgen de Estela? ¿ Qué extraño que después de conquistarse sus simpatías en toda una noche de amorosa plática, la cautivara el alma después con una serie de cartas de que Hortensia era portadora, tan tocantes- e inspiradas como solo podria escribirlas el que se hallase bajo el imperio de un verdadero amor?

Estela, pues, amaba á X. Le amaba con todas las fuerzas de que era capaz su grande alma. X... continuaba simulando su pasión por Estela, porque a pesar de haber transcurrido ya dos meses desde el día en que la declarase su amor, no creía llegado el momento de clavar sus garras de gavilán sobre aquella blanca paloma, cuya caza se había prometido. Para estos Tenorios y Lovelaces de profesión, las mejores conquistas son aquellas que los obligan a perder algún tiempo. Pareciera que las dificultades que tocan, las resistencias con que luchan, fueran un incentivo á sus ardientes pero