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ESTELA

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impotentes deseos. Y es que la virilidad empieza A faltarles ya, y necesitan de poderosos estimulantes para despertarla, siendo para ellos mejor aquel que retarda la satisfacción de sus ansias amorosas, por los obstáculos que encuentran. Hombres jóvenes, que no han traspuesto todavía el horizonte risueño de la vida primaveral, los veis sufrir, sin embargo, todas las fatigas, todos los desalientos de una vejez prematura; esa vejez innoble que se adquiere en la orgía continua, en las corrientes fangosas del vicio, y que al secar los sentimientos generosos del alma, marchita el físico grabando en él sus huellas abominables. X... estaba en este camino. La disipación de su vida lo había ido arrastrando insensiblemente á ese abismo. Tenía el alma extraviada, y; confundía todas las nociones. A la per versión moral sigue, como sabéis, la corrupción física. No hay nada que conserve y vigorice mas el cuerpo que las buenas costumbres, y estas son hijas de los puros sentimientos del alma. Ya hemos visto que X... ,no abrigaba en la suya otro que el de la maldad; porque es maldad, e imperdonable escoger víctimas inocentes como Estela, meditar su perdición, y, aparentando sentimientos a que es ajeno su seco corazón, trocar una vida plácida y serena, nutrida de ensueños, acariciada por la ilusión y la