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32 ESTELA

-Insisto en que son ustedes muy buenos e Indulgentes! exclamó Estela para concluir de una vez con los elogios con que la abrumaban. A este punto, presentó se un sirviente anunciando a Hortensia que la comida estaba servida. -Está bien; -dijo ésta-y dirigiéndose a los dos amantes: -Pasemos al comedor, amigos míos! agregó. Ambos se levantaron y siguieron a la dueña de casa

El comedor de Hortensia es digno de que le describamos para conocimiento de los lectores; porque sin ese conocimiento podría parecerles novelesco todo cuanto pasó en él y referiremos después, Su primitivo dueño, aquel bajo cuya inspiración y dirección se construyó todo el edificio, era un portugués sibarita, que había pasado su vida entre placeres. Profesaba la creencia de que el hombre como rey de la Creación, no debía ocupar su tiempo en nada que no fuera en gozar. Y los goces mas grandes que la Providencia había reservado al mas noble de los seres-eran, según nuestro portugués, la mesa y el amor, Nuevo Lúculo, su mesa ostentaba siempre los