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ESTELA

pié-por que una felicidad tan completa sea el premio que Dios depara á Hortensia, nuestra noble y bondadosa amiga, que comprende y sabe sacrificarse por los grandes sentimientos, -Muy bien! prorrumpió Estela llevando a sus labios encendidos y temblorosos, la copa que se la sirviera. Pasaron algunos momentos de silencio. A las palabras entusiastas y expresivas, había reemplazado el lenguaje mudo pero mas elocuente aún de las miradas. Hubo un momento en que parecía que las almas de X ... y Estela se abrazaban, fundiéndose en un beso infinito, tal era la expresión de íntima ternura que reflejaban sus ojos. Hortensia, que en la fusión misteriosa de estos dos corazones desempeñaba el rol de incómodo testigo, aprovechó esta especie de embriaguez, este éxtasis de los dos amantes para levantarse y salir afuera, simulando la indiferencia y la naturalidad mas perfectas. X ... apretó entonces con mano nerviosa el botón de su silla y, cual si la tierra hubiérale tragado, hundióse junto con Estela, quién, sintiéndose arrastrada por una fuerza extraña y desconocida-obra de aquel singular mecanismo que conocen ya nuestros lectores-no tuvo tiempo de proferir mas que estas palabras:

Dios mio!