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Pero usté habla, Don Laguna,
Como un hombre que ha vivido
Sin haber nunca querido
Con alma y vida á ninguna.
Cuando un verdadero amor
Se estrella en una alma ingrata,
Mas vale el fierro que mata
Que el fuego devorador.
Siempre ese amor lo persigue
A donde quiera que vá:
Es una fatalidá
Que á todas partes lo sigue.
Si usté en su rancho se queda,
Ó si sale para un viage,
Es de valde: no hay parage
Ande olvidarla usté pueda.
Cuando duerme todo el mundo,
Usté, sobre su recao,
Se dá güeltas, desvelao,
Pensando en su amor projundo.
Y si el viento hace sonar
Su pobre techo de paja,
Cree usté que es ella que baja
Sus lágrimas á secar.