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Allí la pobre cayó
De rodillas sobre el suelo,
Alzó los ojos al cielo,
Y cuatro credos rezó.


Nunca he sentido mas pena
Que al mirar á esa mujer:
Amigo: aquello era ver
A la mesma Magalena.


De aquella rúbia rosada,
Ni rastro habia quedao:
Era un clavel marchitao,
Una rosa deshojada.


Su frente, que antes brilló
Tranquila, como la luna,
Era un cristal, Don Laguna,
Que la desgracia enturbió.


Ya de sus ojos hundidos
Las lágrimas se secaban,
Y entre-temblando rezaban
Sus labios descoloridos.


Pero el Diablo la uña afila,
Cuando esta desocupao,
Y alli estaba el condenao
A una vara de la pila.