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Acta de Benedicto XV

Pues, a este respecto, quién ignora cuán admirablemente se condujo aquella discípula de Domingo, Catalina de Siena, quien, animada por la caridad de Jesucristo, superando dificultades increíbles, obtuvo lo que nadie había logrado: es decir, persuadir al Sumo Pontífice que regrese, después de 70 años, a su sede en Roma; y, cómo trabajó más tarde, mientras la Iglesia occidental estaba desgarrada por un cisma fatal, para mantener en la fe a un gran número de cristianos, obedientes al legítimo Pontífice.

Finalmente, mientras omitimos otros hechos, no se puede ignorar que cuatro renombrados Romanos Pontífices salieron de la familia dominicana, el último de ellos, San Pío V, prestó servicios inmortales al cristianismo y la sociedad civil uniendo, tras persistentes exhortaciones, en un pacto a las fuerzas militares de los príncipes católicos que derrotaron para siempre, en las islas Equinadas[a], a las fuerzas de los turcos con la protección y la ayuda de la Virgen Madre de Dios, a quien, después de ese suceso, ordenó que se invocara como Auxilio de los cristianos.

En este hecho destaca el tercer elemento que, como dijimos, caracteriza la predicación de los dominicos: la devoción muy particular a la gran Madre de Dios. En este sentido, se dice que el Papa conoció por visión divina la victoria de Lepanto al mismo tiempo que tenía lugar, y mientras en todo el mundo católico las piadosas cofradías invocaron a María con la oración del Santísimo Rosario, que el Fundador de los Predicadores había instituido y que luego difundió por todo el mundo a través de sus discípulos. De hecho, amando a la Santísima Virgen con afecto filial y confiando máximamente en su patrocinio, Domingo se propuso apoyar la causa de la Fe. Por tanto, en la lucha contra los herejes albigenses, quienes, entre otras verdades de la Fe, negaron con grandes ultrajes la maternidad divina y la virginidad de María; él, al defender enérgicamente estos dogmas, a menudo invocó la ayuda de la misma Virgen María con estas palabras: «Considérame digno de poder alabarte, oh Santísima Virgen; dame fuerza contra tus enemigos».

  1. Las islas Equinadas son un grupo de las islas jonicas, cercanas a la costa de Grecia algo al norte de la entrada al golfo de Corinto; próximas por tanto al lugar donde se desarrolló la batalla naval conocida como de Lepanto, por ser en el puerto de esa ciudad donde se encontraba laflota turca que participó en la batalla.