de cuarenta y cinco años, Renán: “Durante la Edad Media, un libro publicado en Marruecos o en El Cairo era conocido en París o en Colonia antes que una importante obra alemana sea co- nocida hoy aquende el Rin.»
La Gramática era denominada la reina de las ciencias. No se tenía de ella, desde luego, el con- cepto de nuestro tiempo — éste se recogió de Do- nato o de Prisciano —; la Gramática era el arte de explicar los poetas o las obras científicas, y de expresar el pensar y el sentir ajustándolo en ver- sos latinos. En la Retórica se hacían ejercicios de estilo, para adquirir el saber jurídico y redactar cartas, documentos, testamentos; se leían las fuentes jurídicas romanas y las secas monogra- fías de Derecho. Para la verdadera educación del entendimiento servía la Dialéctica, sobre todo para el aprendizaje de la discusión. En ella se disfrutaba del placer que en la Edad Media pro- porcionaban las escaramuzas del silogismo. E.s la época en que florecen los distingos y las prue- bas lógicas. Esta cultura del trivíum era adquiri- da por todo el que tenía alguna aspiración en co- sas espirituales. Llegó a producir precocidades' pasmosas. Un poeta alemán, Hartmann von Aue, dice de un contemporáneo suyo: «A los once años — os digo, en verdad — no hubo mejor gra- mático que el niño Gregorio, que después dió lecciones de legibus, y en poco tiempo llegó a ser
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