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ALBERTO GHIRALDO
Por todo ello comprenderéis que esta faz de la vida de mi héroe, á la antigua, no puede presentar singularidades dignas de gran atención.
II
Es domingo y día franco para el soldado.
Serrano tiene madre y piensa ir á visitarla. Sale del cuartel después de la diana. Antes de partir, la china,—su abnegada compañera de 20 años,—lo ha cepillado, lo ha aseado y lustrado hasta dejarlo hecho un buen mozo. El le agradece estas atenciones con expresivas muestras de alegría. ¡Pobre Carmen! ¡tan buena siempre con su sargento!
—Hasta luego; esperáme con mate; ya sabés.
—Hasta luego, no me faltés; y cuidao con descarrilarte.