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GESTA
—Jesús ¡Qué miedo! ¡Se va á cair la casa! contesta el imprudente amigo.
En la mirada del soldado hay algo de siniestro.
—Mirá, hermano, no me faltés; por que sinó ya sabés: yo no conosco á naide.. ni á mi madre!
—Dejáte de hacerte el malo! ¿No sos mi amigo? Entonces no hagás paradas; si tenés algo, decime...
—Vos no sos mi amigo; maula! y pá enseñarte quien soy te é castigar como á hijo...
Y Serrano avanza ciego, impulsivo, blandiendo el arma filosa que ha sacado con rapidez admirable; tiene el salto del tigre, certero, brutal, infalible; pero antes de llegar al lado del adversario que, obligado también, se apresta al combate, tropieza en un ladrillo roto y rueda por el suelo con el cuchillo empuñado.