mosito: hilar fino y menos énfulas. Vaya á mandar á su casa!
—Dése preso ó le acoyaramos las manos como animal arisco.
—Hasé la prueba mijito y te hago asender á cabo...
Los curiosos forman rueda.
Recién ahora el soldado se dá cuenta de su situación, verdaderamente critica. El círculo que lo encierra se convertirá, en breve, en barrera infranqueable y tendrá que rendirse como un mándria. Y eso ¡primero muerto!
Entonces toma una determinación suprema. De un empellón voltea á un hombre, y, con violencia inaudita, sigue abriéndose cancha hasta la calle, seguido por los guardias.
—Aura si ¡bellacos!
Allí se para y el impulso homicida vuelve á cegarlo. Desnuda de nuevo el arma que eternamente lleva en la cintura, en sus días francos,—su gran cuchillo, de hoja ancha, de acero puro y de un filo, templado por él mismo—y se dispone á la batalla, feroz, loco, animado por aquel ardor único, aquella