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DE LA HISTÉRIA
I
o quiero, no; rechazo esas migajas de cariño que, como á una pordiosera de amor, me entregas en tus ratos de ócio. Prefiero el aniquilamiento doloroso de mi ser en la abstención absoluta de mis facultades. El horror del vacío me estremece, pero más torturante aun es la conmiseración conque me humillas. Yo bien me sé que, en el fondo, tu proceder es honrado. Tú te conduces para conmigo como los abnegados que lle-